Fue asà como a partir de una piedra volcánica tallada con sus propias manos, crearon una especie de mortero en el que trituraban o machacaban en poca cantidad, granos, especias o vegetales, como tomates, jitomates, chiles, ajos y desde luego, sal. Este mortero se hace acompañar del famoso tejolote, que no es más que la piedra indispensable que acompaña siempre al molcajete, pues es con ella con la que se tritura.
La fabricación de un molcajete inicia desde la selección de la piedra. Los artesanos saben que no todas las piedras sirven, puesto que no todas soportan los golpes del cincel, el martillo y la picadera (herramienta hecha de hierro forjado), y que son indispensables para su elaboración. Ya que se tiene la piedra, se inicia con el marcado de las patas a las que poco a poco se les va dando forma, dejando al final la parte de la superficie que es la que se ahueca.
Elaborar molcajetes es un trabajo que abarca varias generaciones, en donde los abuelos le enseñan el oficio a sus hijos y estos a su vez a los suyos. Los molcajetes se elaboran mayormente en los estados de Guanajuato, Jalisco, San Luis PotosÃ, Puebla y también en el estado de México.
Raras son las personas que creen que por ser un utensilio de piedra puede ser poco higiénico, pues se tiene la creencia de que la piedra aporta minerales al alimento que está en su interior. Eso sÃ, antes de usar un molcajete por primera vez, se tiene que “curar”, es decir, se tiene que preparar para quitarle todas las impurezas de la piedra. Esto se logra moliendo semillas dentro de él hasta pulverizarlas, a su término, se lava con una escobetilla y se enjuaga en repetidas ocasiones hasta lograr que el agua se vea clara y, ¡listo!, el molcajete ya puede usarse.
Pero, ¿por qué se sigue utilizando hasta nuestros dÃas?
Tradicionalmente, los molcajetes se van heredando entre las generaciones de las familias mexicanas, puesto que en ellos se preparan alimentos que gozan de un inigualable sabor como lo son las salsas, hechas principalmente a base de chile, básico en la dieta de casi todo mexicano. Sea salsa verde, salsa roja o salsa de guacamole, no hay mejor utensilio para su preparación que un molcajete, ya que, aunque una licuadora puede moler los ingredientes, los sabores se resaltan más con la ayuda de este tradicional utensilio.
Por lo tanto, dependiendo de los ingredientes usados, las cantidades y las formas de prepararlas, se logra que existan gran variedad de exquisitas salsas mexicanas en colores y sabores distintos, muy propias de nuestra gastronomÃa, misma que nos distingue en el mundo entero.
Y a ti, ¿qué salsa te gusta más?
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